Sé, que salí del vientre de mi madre solo para amarte.
Cerré los ojos y pude verte mío, imaginé que construíamos
nuestro escenario. Soñé que incendiábamos el mismo infierno
cuando hundíamos nuestros cuerpos en el abismo del placer.

Le había dado tiempo a mi alma que estaba apareada con el dolor.
Y aquí me tienes, temblando de placer cuando desgasto tus labios,
adorando los senderos que se dibujan en tu cuerpo al tiempo que
me llevas contigo, como profeta falso, placentero.

No puedo negar que me tienes necesitando más de ti,
que donde quiera que vaya, eres el boleto de regreso a tierra firme.
No puedo negar que espero cada mañana y cada tarde
de este otoño, para besar eternamente en un minuto el cielo.

Ahora puedo disfrutar los días lluviosos, antes tristes.
Porque a tu lado, hasta la muerte es hermosa,
porque en cada entrega se me va la vida y vuelvo a nacer,
porque después de cada muerte, no importa si no amanece mañana.